Los olvidados

Cuando era pequeña y recibí en clases la Historia de Cuba, conocí por supuesto, lo ocurrido en Santiago de Cuba el 26 de Julio de 1953: El asalto al Cuartel Moncada. El objetivo principal de esta acción, era dar inicio a una revolución que derrocara la dictadura de Fulgencio Batista. De esta forma, erradicar grandes males que padecía la nación cubana e instaurar una verdadera democracia que respetara, de una vez y por todas, los preceptos planteados por la constitución.

En ese glorioso hecho de nuestra historia, participaron alrededor de 80 jóvenes cubanos. La mayoría de ellos murió, por torturas o en combate. Otros fueron a parar al presidio de Isla de Pinos junto a Fidel Castro. Unieron su suerte a la de este personaje, se exiliaron en México y regresaron por la libertad años después.

Dos de éstos jóvenes fueron: Mario Chanes de Armas y Gustavo Arcos. De ellos no me hablaron en las clases de historia. No me dijeron que Mario, expedicionario del yate Granma, llegó hasta el final con la Revolución. No me contaron que se convirtió en una molestia con sus críticas al poder de los Castro.

Mario, vio venir un sistema totalitario y se aislo en su casa lejos de los cantos de sirena del incipiente regímen. Fue condenado a 30 largos años de cárcel por Conspirar de Palabra. Nunca ha existido preso político de condena mas larga.

Gustavo Arcos al triunfo de la Revolución se convierte en embajador en Bruselas. Pero allí, comenzó a cuestionar el rumbo que tomaba el proceso en la isla. Fue condenado a 10 años de prisión sin haber sido hallado culpable. Luego intentó salir de Cuba por mar y fue capturado, siendo condenado a 14 años por ese delito. Condena que cumplió íntegramente.

Dos historias que no conocí en la escuela. Dos jóvenes que dedicaron su vida a la lucha por la libertad, la democracia y el respeto a los derechos de los ciudadanos cubanos.