martes, 7 de febrero de 2012

Vergüenza, sólo vergüenza, una vez más...

Espero que el petróleo que negocien, que las piedras preciosas, los lujos y antigüedades que reciban, les reparen la conciencia si es que aún les queda algo de ella. Espero, que no sólo Raúl Castro, sino todo el séquito que le acompaña, desde su alegre hija Mariela, hasta el más oscuro de los funcionarios silenciosos, puedan mirarse en el espejo de su casa cada día y sentirse satisfechos y tranquilos.

Vender apoyo por dinero o tener decoro. He ahí la cuestión. ¿Que Bachar el Asad bombardee una ciudad siria para acabar con la oposición? Pues muy bien. Así se hace. Que más da que otros 37 países se opongan. Así, si un día nos da por bombardear Santiago de Cuba, pues ya tendremos apoyo, no sólo moral, sino militar y táctico. Por supuesto, también tendremos petróleo.

De seis y media de la mañana hasta las diez. Morteros a cada diez minutos. No puedo imaginarlo, se me congela la sangre de tanto horror concentrado. Un presidente sirio a una ciudad siria. Licencia para matar sin consecuencias. ¡Mano dura!, dirían los Castro mientras un cierto brillo de admiración les llena las pupilas.

Otra vez ver a Cuba en tan desagradables listas, apoyando lo inadmisible. Posicionándose del lado de lo indigno. Otra vez cerrando los ojos como cuando Neda. Otra vez condecorando dictadores.

Otra vez la vergüenza.

Una vez más.