lunes, 23 de noviembre de 2009

Mala Racha


La verdad es que últimamente he tenido una mala racha un poco molesta. Por un lado, asuntos familiares. Asuntos que afectan a esa familia que está del otro lado del charco y que tanto se extraña y que te hace sentir impotente cuando sucede algo y no puedes hacer nada.

Mi abuelita muy viejita ha tenido una izquemia y nos ha tenido en vilo a toda la familia. Por otro lado mi madre tampoco se ha encontrado bien con una infección en los riñones reincidente y resistente a los antibióticos. A las dos los propios médicos les han dicho que ni se les ocurra ir al hospital por si las fueran a ingresar. Las cosas están bastante malas por allá, con conjuntivitis, dengue y gripe N1H1, nadie se atreve a poner un pie en los hospitales a no ser que se esté muriendo e incluso si se están muriendo se lo piensan. Mi abuela estuvo muy mal, pero en la casa al menos no corría el riesgo de contagiarse de alguna otra cosa que hiciera más improbable su recuperación.

También asuntos de mi vida aquí, estrés en el trabajo. Vacaciones que necesito y me niegan porque no es el momento pero estoy agotada. Cocina inundada y suelo roto, por suerte, ya reparado. Ascensor previsto para cambiar hoy y cuya reparación durará ¿3 semanas?(vivo en un 9no piso). Gafas(espejuelos) extraviados, hoy mismo voy a que me hagan unos pero mientras tendré que trabajar eforzando la vista mucho más de lo recomendado. Empaste que me hice hace menos de 6 meses roto por comer maní en los almuerzos. Problemas con mi mano derecha por sindrome del túnel carpiano, enfermedad profesional por el uso del ratón- demasiado tiempo sin vacaciones, repito.

Nada, por suerte son pequeñas cosas, pero todas juntas me hacen tener un estado de ánimo un poco violento, histérico, "acelerao". Sí, se que tengo que respirar profundo, que esas cosas le pasan a todo el mundo, que hay períodos donde todo se trastoca, pero YAAAAA!!! A ver si me dejan esas "pequeñas cosas" ser la optimista de siempre, que esto de levantarme amargada hace que ni yo me soporte.

Besos para todos y que ¡la herradura nos funcione!

lunes, 9 de noviembre de 2009

Yoani Sánchez y mi desconfianza

Primero fue curiosidad. No sé cuándo fue la primera vez que escuché hablar de la bloguera Yoani Sánchez. Pero sé que comencé a seguir sus post con mucho interés. De vez en cuando entraba a leer los comentarios antes de que fueran cientos o miles. Mucha gente escribía cosas muy interesantes a favor o en contra de la Revolución. Otros se limitaban a escribir vulgaridades sin más allá ni más acá. En esa época, me hice asidua de los blogs Sin evasión y Octavo Cerco. Dos ventanas a la isla que muestran la realidad cubana, desde la perspectiva de dos generaciones diferentes.

Mi segunda reacción fue la desconfianza. ¿Cómo encarcelan a personas por los mismos “delitos” que esta chica está cometiendo y a ella no? ¿Por qué? ¿Hasta qué punto es un producto o fenómeno mediático fabricado? Estas y muchas preguntas me las hice en aquel momento y aún me las hago.

Sin embargo, la respuesta hace tiempo ha dejado de tener importancia. Si es o no es algo fabricado, ya no me interesa particularmente. Si bien es cierto que la inmensa mayoría de los que la siguen son cubanos, también es cierto que muchos extranjeros han leído sus post y gracias a ellos han tenido acceso a un trocito de nuestra realidad. Por otra parte ha sido pieza fundamental en el fenómeno bloguer cubano devenido prácticamente en “movimiento bloguer”. Este movimiento ha despertado cierto interés respecto a la situación cubana, provocando que los blogs de cubanos, ya sea desde la isla o del extranjero, sean cada vez más leídos.

No tiene importancia si es una falsa heroína, alguien que sólo busca protagonismo, una mártir o una chica que se cansó y se volvió “loca”. Eso no tiene la más mínima relevancia porque en sus post, no he descubierto una sola mentira. Porque a pesar de todo, es una persona valiente, una persona que defiende los derechos de los ciudadanos de su país. Eso es siempre admirable.
--------

jueves, 5 de noviembre de 2009

Octubre y las escuelas al campo (II)

Sigo con la historia de las escuelas "al" campo. Digo "al" porque en Cuba existían además las escuelas "en" el campo, en las cuales aquellos 45 días eran todo el curso. Gran parte de éstas últimas debido a su "improductividad" fueron cerradas este curso.

Como narraba en mi post anterior, mi tarea fue recoger café. Para ello nos daban unos morrales muy parecidos a los que lleva la señora de la foto. Me lo colgaba en la cintura(el dolor de espalda que da eso!) y a pataperrear por el cafetal para hacer la "norma". Esta norma era generalmente recoger dos latas de café. He buscado por internet a ver si veía una lata de esas, pero no encuentro. Sólo les digo que eran de aproximadamente 30x30x70cm. Encima había que hacerles caballete(montañita) arriba. Hasta que no recogieras la norma no salías del cafetal. Puede parecer fácil pero granito a granito, recoger dos latas es de "anjá".

A veces sucedía que con el cambio de temperatura te enfermabas. Entonces dependía todo de la buena voluntad de tus profesores devenidos "improvisados mayorales". En muchas ocasiones fueron comprensivos conmigo -padezco de la garganta- pero otras veces tuve que ir a trabajar hasta con fiebre. Cuando mi madre lo supo el Domingo siguiente casi se come a la profesora con papas. Esto sin hablar de que una vez a un grupo de 10 estudiantes nos dejaron sin comida. Estábamos haciendo la cola y de momento nos dicen que ya no hay más. Los profesores todos habían comido y a nosotros nos dejaron sin comer. Formamos tremendo escándalo y algunos amigos solidarios nos dieron algo de lo que les quedaba en los platos, pero sólo sirvió para compartir el hambre.

Eso sí ganamos en el campo, solidaridad. Los amigos éramos más amigos que nunca y lo mismo tocábamos guitarras en la noche frente a una fogata que compartíamos comida, canciones, ropa limpia y cariño si te sentías sólo o triste. Uno de los años mis padres no pudieron ir varios Domingos, pero se turnaron con los padres de una amiga. Recuerdo que cuando los veía me alegraba casi tanto como cuando veía a los míos. No dejábamos que nadie se quedara con hambre ni sólo en esos días. Hacíamos de un plato de comida casera una gran fiesta.

Otra cosa a remarcar era que en esos campamentos no tomábamos café. Estábamos rodeados de plantas de café y no se nos permitía recoger para consumo propio. El café que recogíamos iba directamente al mercado internacional.

Se podría pensar que a pesar de ser obligatorio, el campo podía eludirse. Es cierto, si tus padres te "resolvían" un certificado médico, podías quedarte en la ciudad haciendo labores menos pesadas. Sin embargo había carreras universitarias que sólo podías pedir si cumplías al menos un año de escuela al campo. Tengo una amiga que quería medicina, pero que padecía de asma crónica y alergia a algunas plantas. Quería pedir medicina y le dijeron que si el Ché había sido asmático y había estado de guerrillero en la Sierra, ella también podía. Palabras textuales.

La verdad es que son cosas que te toca vivir y en ese momento ni las cuestionas. Eres muy joven y es lo normal, lo cotidiano y no le das mayor importancia. Luego ya cuando maduras te das cuenta de lo que pasaste. Lo peor es que las cosas son así o peor. Mis hermanos mayores fueron al campo, yo fui al campo y ahora mi sobrina de 14 años irá al campo.

Nada, que en Cuba, la vida sigue igual.

martes, 3 de noviembre de 2009

Octubre y las escuelas al campo (I)

Justo ayer recordaba los octubres de mi adolescencia. La verdad es que por muy dura que haya sido tu niñez y juventud, siempre va a ser una etapa sobre la que guardes recuerdos agradables. Estás descubriendo el mundo, el sexo y la independencia.

Durante ese período viví muchas cosas, pero en particular me quiero referir a las escuelas al campo. Para mis lectores no cubanos, "escuela al campo" se llama a ir 45 días del curso a realizar alguna actividad agrícola de forma obligatoria y gratuita. En mi caso era ir 45 día entre Septiembre y Octubre a recoger café. Puede sonar hasta divertido, en efecto muchos días lo era, pero muchos otros, nos sentíamos verdaderamente mal.

Resulta que en las provincias orientales cubanas, no parece existir personal suficiente o dinero para el pago de dicho personal que debería ocuparse de recoger tan preciado grano. Eso unido con el concepto revolucionario de "forjar" al hombre nuevo a través de vincular el estudio con el trabajo, dieron como resultado esta especie de voluntariado esclavizado.

Recuerdo que fui tres años, cada uno de ellos, sitios diferentes. En ninguno había electricidad, ni agua corriente. Teníamos que cargar un cubo desde donde estuviese el tanque de agua hasta unos baños insalubres y allí ducharnos con el cielo sobre nuestras cabezas. Por lo general, las duchas y las letrinas estaban juntas, divididas sólo por una pared de prefabricado sobre la cual reptaban algunos gusanillos. No estoy exagerando.

En dos de los sitios a los que fui dormí en literas con una tabla y colchón de dudosa higiene. Sin embargo el tercer año tuve que dormir en una litera que en lugar de una tabla tenía un saco. ¡No sé cómo sobrevivió mi espalda a 40 días durmiedo en hamaca! ¡Prueben ustedes mismos! Las hamacas quedan bonitas en la publicidad del caribe, pero dormir en ellas es otra cosa. Si subes los pies, se te va la sangre de ellos, si no, es como dormir sentado...vamos...una maravilla.

Las visitas eran permitidas los Domingos, ese día venían los padres cargados de lo que fuera y nosotros devorábamos los víveres como si se fuera a acabar el mundo. A algunos les llevaban más que a otros. Ya por aquel entonces se notaba quién tenía dólares y quién no. Los padres hacían lo imposible por llevarnos lo que fuera a sabiendas de la tremenda escasez en nuestra alimentación. Además, muchos no dormían esas noches para poder tener un puesto en el trasporte carísimo con el que iban a vernos y que muchas veces era la mar de inseguro. ¡Con decirles que mis padres fueron a verme un Domingo en un moscovich movido por petróleo en lugar de gasolina!

Esas cosas es mejor escribirlas, porque sino llegará un día en el que ni yo me las crea. Sin embargo una cosa buena tenía el "campo". La posibilidad de alejarse de casa. De ser independientes y de descubir el valor de la amistad y el compañerismo. De todas formas, no deja de ser un poco drástico.

Este post merece una continuación. Por lo pronto ¿alguno de ustedes fue a la escuela al campo?¿Tienen alguna anécdota que compartir?