Distancia

Tenía una novia en Cuba. Una pareja con sus altas y bajas, sus problemas e inseguridades. Vino a España a trabajar y luchar por un futuro mejor. Ella era su esperanza. Se esforzó, sobrevivió a la añoranza, a la soledad, al mileurismo. Se mantuvo fiel a sus sueños y por ellos trabajó duro, intentó por todos los medios ayudarle a salir de allá, del infierno. Cuando pudo regresar a verle, su amor se había cansado. No se lo había dicho porque: "por email" o "por chat" esas cosas no se dicen. Lo tuvo ilusionado hasta el día en que cara a cara, sentados en un parque santiaguero, le dijo que había otro. Que lo sentía, que no pretendía que eso pasara, pero que el muchacho era amigo de la familia. Que era bueno, que la quería y que ella, se había cansado de esperar. Le pidió respetuosamente que no fuera por su casa. Su desdicha no tuvo límites. No importaban los besos de la madre o el padre. Le habían herido muy adentro.

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Ellos eran un matrimonio joven. Tenían diez años de andar juntos por la vida. Se dice fácil, pero en diez años da tiempo a reir y a llorar muchas cosas. Trabajaban juntos en la empresa estatal donde se conocieron y juntos en casa para otra empresa radicada al otro lado del océano. Hacían jornadas infinitas para ganar el dinero y así que al menos uno pudiera escapar de la isla maldita. El partió con una promesa debajo del brazo. Ella le esperaba ilusionada. Me he enamorado en España, le dijo un día. Fue inevitable. Ella sintió que el mundo se le venía encima ¿Qué había hecho mal?¿Dejarle ir? ¿Por qué la vida le pagaba de tal forma?

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