lunes, 29 de junio de 2009

Una de aranceles y aduanas

He pasado un fin de semana un poco atareado y con tremendo "correcorre". Resulta que mis padres en Cuba, tienen un ordenador. Es un Pentium II, que ya está tan "adulterado" que pocas piezas conserva de su infancia. Hace años la fui armando pieza por pieza como si fuera un pequeño y querido robot, pero ahora ya no da para más ni echándole gasolina.
Esa "computica" como le llamamos cariñosamente, es el vínculo virtual que me une a mi familia y nos hace más llevadera la distancia. No tiene internet, no da para tanto. Sólo un servidor de correo con el que pueden mediante Outlook, acceder a los mensajes.
Hace mucho tiempo acariciaba la idea de comprar una y llevarla, pero vivo al día y no me resigno a la idea del robo a mano armada del que somos objeto los cubanos cuando entramos en nuestro país con el cartelito de residente en el exterior- cada vez que digo exterior me parece que vengo de otra galaxia-. No podía pensar que si compraba un ordenador por 300 euros, luego en Cuba tuviera que pagar por él, 500 cuc más para poder entrarlo. Eso me resulta una idea insoportable e incomprensible. Tampoco me resulta gratificante mandar casi 1000 euros para una computadora de marca sospechosa y más sospechosas características de las que en ocasiones "sacan" en las tiendas.
Es incomprensible que un país con tantas y tantas carencias, decida poner esos aranceles impagables, como si todos en el "exterior" nadásemos en euros, yenes, dólares o lo que sea. Eso sí, hemos cometido el error de querer y poder salir de Cuba.
Podría uno pensar que no dejan pasar computadoras para que la gente no tenga acceso a la información. De todas formas, el 80 porciento de los cubanos que conozco con ordenador, no tienen internet. Los utilizan, aunque parezca mentira, para trabajar, estudiar, jugar y hasta ver películas que van de mano en mano en memorias USB. Así que esa justificación la veo corta.
A mí misma me hubiera encantado tener un ordenador en mis años de universidad cuando tenía que "sonarme" horas y horas de tiempo de máquina por la madrugada para poder trabajar.
En fin, luego de mucho dar, he encontrado a una ex-compañera de clases que estaba haciendo un doctorado y mantenía intacta su residencia cubana, con lo cual los aranceles los puede pagar en pesos (debido a una medida que se tomó hace unos dos años pero esto irá en otro post) . ¡Mi compañera ha accedido a llevarme el ordenador! Casi no me lo creo. Con suerte estará llegando dentro de unas semanas.
Quisiera pensar que a la Aduana Nacional de Cuba le llegará también en unos días, un poco de cordura, que las medidas se tomarán de una forma más coherente, pero que va!, sería pecar de tonta o más triste, de ingenua.

2 comentarios:

Kerala dijo...

Morgana, ¿me creerás que cuando voy allá? me da anorexia nerviosa? Es horrible, la peor experiencia de mi vida cada vez, sólo acaparada a alguna otra que ni recuerdo, fíjate. En mi blog Lakainde hay una anécdota al respecto, casi al comienzo si encuentro la entrada te la mando al correo para que veas la barbaridad. De verdad no sé cuál es nuestro estigma si por estar afuera o por tener familia allá.

Morgana dijo...

Ay Kerala! Mira que a mi me ponen nerviosa los aviones, pero lo que más nerviosa me pone es llegar al aeropuerto. Una vez me abrieron las maletas en Varadero y que mal la pase, ni siquiera en un rincón, en medio del aeropuerto, todos me miraban como una delincuente...que vergüenza...