martes, 20 de diciembre de 2011

¿Y qué pasará ahora?

En cuanto llegué a la oficina me dispuse a leer algunas noticias acompañada de mi segundo café del día. Allí todos saben que hasta el segundo café no soy persona, así que aunque haya mucha carga de trabajo mis compañeros tienen la paciencia de esperar a que despierte. Pues ayer no hizo falta. En cuanto visité las páginas habituales de noticias me encontré con una que no sabía bien como tomar: La muerte de Kim Jong-il.

Una muerte natural, un paro cardíaco. Otro que se muere de viejo, sin haber pagado por sus crímenes a la humanidad . El régimen de Corea del Norte no carece de defensores, pero pocos (diría que ninguno) serían capaces de vivir en esa realidad artificial creada por el padre y mantenida por el hijo.

Hace algún tiempo escribí un artículo sobre el impacto que me produjo ver el documental "Amarás al líder por sobre todas las cosas". Es imposible mantenerse imparcial luego de ver que toda una nación vive o sobrevive en semejantes condiciones.

Siempre hay alguien que te dice: "Si ellos son felices así y han elegido esa vida, hay que dejarles. Tienen el derecho a la autodeterminación". Cuando escucho esa frase, me siento literalmente abofeteada. Me miro en ese espejo y me duelo de todos y de mí misma. Cuento hasta diez, una, dos, tres veces. Las que hagan falta. Respondo siempre que un pueblo sin información, sin el derecho de leer, contrastar, asimilar, publicar datos, sucesos o lo que estime conveniente, no es ni será NUNCA un pueblo libre. Individuos tratados como reses serán un rebaño y se comportaran como tal, se mire como se mire. No en balde en todos los gobiernos autoritarios el acceso a la información ha sido el primer frente a controlar. Esto SI y esto NO. Y cada vez más NO y menos SI. Se veta información externa, se restringe la televisón, la radio, la música, internet. Se controla la información interna, se silencian periodistas, se cierran o modifican revistas y periódicos, te adocrinan desde la cuna, te amenazan, te llenan de miedo.

Miro a los coreanos llorar tan juntos y sincronizados que me ponen los pelos de punta. No puedo evitar la pregunta: ¿Ahora qué? ¿Que pasará con este nuevo líder educado en Berna? Tan joven e inexperto. ¿Será una esperanza para modificar la cerrada sociedad que le ha tocado dirigir? ¿Serán su juventud y su ego peligrosos para su pueblo y región? ¿Si quisiera cambiar las cosas, le dejarían?

Muchas interrogantes y todavía ningún elemento para obtener respuestas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Cómo me gusta esta entrada! Tienes una capacidad de escribir mis pensamientos que..guauu. Es más, a esos que dicen una aberración como la de "Ellos son felices así" les recuerdo que muchos seudointelectuales de Occidente también decían lo mismo acerca de los regímenes medievales de las naciones árabes. Ya vemos lo que está pasando en dichas naciones (al parecer como que de felices no tenían nada).
Por lo pronto, que Dios nos dé vida para ser testigos del derrumbe de ese y de otros totalitarismos

Txema dijo...

¡Cuanta razón tienes!

Pero, me quedo con la última parte de tu entrada. Lo más probable es que me lleve otra decepción y este jóven sea para su país un desastre similiar al de su padre o al de su abuelo, pero quiero pensar que algo puede cambiar. Debe cambiar.

El mundo va mal, muy mal, y sigo creyendo que la única solución está en el socialismo (tú ya lo sabes) pero, para ello, debemos demostrar a ese mismo mundo que ejemplos como Corea del Norte y algún otro, aunque hay muchos matices, no pueden seguir pretendiendo ostentar la verdad socialista. Que si camino en algún momento se torció.

Besos

Bettie dijo...

Me ha encantado tu reflexión sobre la libertad. Y coincido contigo. A mí también, de tanto en tanto me dicen, por cualquier tema, que si alguien escoge libremente.... Para la libertad no sólo basta con elegir, hay mucho más.

Un abrazo, y ya veremos qué pasa.